lunes, junio 02, 2008


Alaska contra las corridas de toros, banderilleada como un sansebastian gay nos ha enseñado una foto de sus encantos en una sala toda de almohadones y colchonetas en cuya publicidad pone "acuéstate con tus amigos, acuéstate con extraños, no pasa nada" no digo donde porque no me pagan. Y tienen toda la razón, pero nos han tenido de los nervios hasta que nuestra querida show-woman ha salido a descubrirnos "la verdad al desnudo" y luego ha dado entrevistas en las habitaciones de arriba a las que se ha llevado el fotón por si alguien tuviera malas intenciones. Como yo también creo que por mucho arte que tengan los toros es una salvajada que los utilicen en espectáculos sangrientos para diversión de brutos (lo digo con conocimiento de causa: me llevaba mi abuelo a las corridas de niño, mi padre es aficionado y he cubierto muchas desde el burladero donde se ve al pobre animal gritar de espanto cuando lo alancean y vomitar sangre mientras una panda de bestias gritan "Olé". Y quien diga que es una arte muy español que se ponga a pensar si tiene perro o gato en hacérselo a él o al de la vecina a ver que dice ella. Esa costumbre bárbara se tiene que acabar (lo mismo que ha pasado con la caza de zorros en Inglaterra) pero hay demasiados intereses económicos alrededor y mucho esnob que se cree algo viendo los toros desde la barrera. Más valdría que fueran a clubs como el mencionado a practicar sexo en lugar de divertirse viendo masacrar a un animal o salir medio muerto al "artista" del ruedo. Es tan bello como ver desfilar cristianos por el circo romano o judíos en los trenes que iban a Auschwitz (Arbeit match frei: el trabajo libera, decían los cartelones de entrada en los campos de exterminio) lugares donde también había quien se divertía mucho con el "arte".

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