jueves, noviembre 22, 2007





Todavía existe "una España de charanga y pandereta, de dorado mantón y sacristía" que en estas fechas prenavideñas se dedica a montar "Rastrillos" en los que las señoronas se ponen un mandil y sacan los trastos viejos de la parroquia o la embajada a la que va su chacha y venden angelotes, lámparas, muñecas, bisutería y quincalla, además de alguna pieza "de lujo" como ese toro de Osborne decorado por la insigne musa Carmen Sevilla, para sacar unas perrillas pa los pobres, unas obras de caridad que calmen su conciencia beata y alimenten con el turrón y el caldito, o abriguen con la mantita vieja a los desconsolados mendigos y a los conventillos de monjas generosas. ¡Mu bien! y están, como siempre en La Pipa esperando su óbolo de buen cristiano. Por cierto, me cuenta mi padre que en los tiempos de postguerra, cuando hacía la mili de chófer del capitán general Muñoz Grandes, le tocó llevar a la esposa del susodicho a una de esas mesas petitorias a las que se acercaban para ayudar a "los negritos" o "los pobres de solemnidad" personalidades del momento y, mientras esperaba a que ella cumpliera las obligaciones propias de su sexo y del cargo ostentado por su militar de cabecera, se les ocurrió a las de la mesa tomarse unas copas y unos platos de jamón y queso y, tomando un billete de la bandeja (una sábana verde de mil pelas que algún ministro habría depositado para que le vieran, seguramente cargado a la cuenta de gastos de su cargo) enviaron a una mucama a comprar el refrigerio con dos ... Claro que eran otros tiempos, aquellos en que todavía quedaban en las cárceles del Régimen (eufemismo fascista para nombrar al golpista estado represor y autárquico de Franco) muchos miles de presos por haber sido sindicalistas o por que algún envidioso les acusó de no ser "afectos" y seguían siendo fusilados o muertos de enfermedad por falta de cuidados a puñados (unos cien mil se calcula), algo por lo que no ha pedido perdón aún ni el PP ni la ... Iglesia que llevaba bajo palio y levantaba el maldito brazo fascista al paso de dictador por muy demócratas que digan ser ahora. Se les ve el plumero en esas ferias en las que la "gente de bien" se reencuentra con sus amistades y se intercambian tonterías mientras ven a algún famosete por allí y venden casposas antiguallas como ellas. Son castas sociales a extinguir, esperemos que funcione la selección natural y se vayan pudriendo en su salsa.

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