viernes, diciembre 29, 2006

Les voy a contar una anécdota de hoy relacionada con esa foto: uno va por la calle buscando fotonoticias para poner en su periódico. Y, ante el Palacio de Gaviria en la céntrica calle del Arenal, observa unos enormes Papá Noel hinchados y niños de espaldas admirando y tocando. tira una foto y se va. Unos veinte metros a la derecha, un señor que en la foto está, por supuesto, pixelado para que no se pueda distinguir su rostro, me aborda, me enseña una placa policial y me pide la documentación a la pregunta "¿por qué me ha hecho una foto?". Como si uno pudiera conocer a toda la gente que retrata por la calle, como si la profesión secreta se notara, como si el trabajo callejero de un funcionario (con todos los respetos) tuviera que paralizar el de todos los demás trabajadores. Pero, le he ofrecido mi carné de prensa, me ha soltado su número de placa de carrerilla (acababa en 96, creo) y , tras preguntarme que cuantos años llevaba de profesión y contestarle que "unos 20", se ha vuelto hacia unos vendedores de globos para alguna función para mi inexplicable (¿pedirles pasaporte?). Yo, antes de que se fuera le dije que "más valdría que se dedicara a perseguir carteristas, que en esta calle hay a montones" y el respondió "si, y cosas peores. Y, por si acaso, le advierto que si sale mi cara en algún medio de prensa, le demandaré". No tengo nada que reprochar al enfadado funcionario policial en misión secreta, pero aseguro que si le pide la documentación a todos los que hacen fotos en la calle en días navideños, se va a pasar el día apuntándose números de carné en la mano (es lo que hizo). Y, por otra parte, tuve los reflejos de no dejarle mi cartera y extraje yo mismo el documento requerido, porque la fugacidad del destello de una placa policial no da tiempo a comprobar si es auténtica y decir el número de corrido menos. Y (ésto es una advertencia a navegantes) no se les ocurra dar nunca la cartera a un agente, algo corriente cuando te paran el coche y se le entrega al policía la documentación completa metida en su cartera. Porque no es la primera ni será la última vez que 1) los polis son más falsos que su chapas, 2) paran sobre todo a turistas o gente en coches de alquiler o en la calle a tipos con cara de guiris o despistados, 3) cuando uno vuelve a guardar la cartera tiene tal satisfacción al no pagar multa y bajón del susto por el requerimiento que no se fija que está desplumado. Los muy hábiles extraen los billetes y a veces hasta las tarjetas y te devuelven vacía la misma. Cuando llegas a tu destino próximo y la sacas del bolsillo es cuando empiezas a decir palabrotas y todo eso: estás más limpio de dinero que uno que se está bañando.
Pues eso... que si ese era su oficio se llevó un corte y si era poli, yo creo que se pasó conmigo, no por falta de respeto, sino por lo absurdo de hacerme llegar tarde a una cita con un político al que tenía que retratar a continuación.

1 comentario:

Browner...Seguro? dijo...

Cuanta razon tienes... la verdad es que muchas veces se pasan tres pueblos... una cosa es ser policia y otra cosa comportarse como se comportan por tonterias como esas.. y en algunas ocasiones mirando hacia otro lado con los carteristas y demas que se mueven por esa zona.