martes, diciembre 12, 2006

Hoy he visto en la tele la agresión sufrida por la corresponsal de TVE en Chile cuando transmitía, cerca de la capilla ardiente del ex-dictador Pinochet (se puede ver en la web de TVE). Uno de los seguidores del cadáver le arrebató el micrófono y gritó "Españoles hijosdeputa". A ella le tiran un montón de cosas y jalan del cable hasta que tiene que acabar cortando la transmisión. Bueno, yo soy uno de esos españoles "hijosdeputa" que se alegran de que ese malhadado bribón que traicionó a su país, hizo matar a su presidente, exterminó a los opositores en caravanas de la muerte para arrojarlos al océano a fin de que no pudiesen ser hallados nunca, a veces incluso vivos para que los tiburones dieran cuenta de ellos, torturó con los más horribles castigos y violaciones a sus compatriotas y a muchos extranjeros e insultó a la inteligencia de todo el mundo vociferando sus proclamas de fanático psicópata, con la ayuda norteamericana de Kissinger, Nixon y las grandes corporaciones como ITT, incluso asesinando impunemente en los propios EEUU a Letelier, un general y ministro de Allende. Fué un criminal a quien no le dolieron prendas en llevarse el oro del estado que gobernaba con mano de hierro, sin ninguna piedad en sus propias palabras, que robó incluso a los contribuyentes idiotas que ahora le lloran y gritan su frustración porque nunca más volverán a estar en el poder de ese país. Un Chile que ya está con pulso firme en la democracia y tiene una excelente presidenta, también encarcelada y perseguida por ese infame y grotesco dictadorzuelo. Desgraciadamente, los esfuerzos de un juez español, y por eso nos odian sus lacayos babosos, no consiguió someterle a los juicios que merecía por sus execrables acciones contra su propio pueblo debido a los trucos haciéndose el loco. Y él siguió engañando rastreramente a sus conciudadanos para esconderse de la justicia. Yo, uno de esos "hijosdeputa españoles" que lloramos el día que cayó la Moneda y dimos cobijo a quienes hubieron de exiliarse de su patria, ahora celebro con alegría la muerte, por fin, aunque no haya recibido el castigo merecido, de ese enorme cabrón. Y estoy indignado con los canallas fascistas que atacan a periodistas en el desempeño de su labor. ¡Que una losa de silencio tan grande como la que tapa la tumba de nuestro dictador Franco en Cuelgamuros, donde se hizo su mausoleo a costa de prisioneros republicanos, lo aplaste para siempre! ¡Viva Chile democrático!

Y ahora voy a lo que iba a contar: Hoy he leído en la prensa que la mitad de las mujeres africanas han de pedir permiso a sus maridos u hombres para poder ir al médico y ser tratadas, ellas o sus hijos, de cualquier dolencia. No obstante, ayer vi, en un reportaje en televisión, a unas niñas de unos 13 años de un país africano que se habían refugiado en una escuela para no verse obligadas a casarse a esa edad con quienes las tradiciones y la familia les obligasen. Una de ellas decía a cámara: "Yo no quiero que nadie diga lo que tengo que hacer. Mi vida es mía y la voy a controlar yo." Lo que me hace pensar que ya está cambiando el rumbo de las cosas. Las costumbres tradicionales y las colectividades, sean pueblos, familias, religiones, van perdiendo fuerza al ganarla la individualidad humana y los derechos civiles a decidir lo que nos importa, fundamentalmente a las mujeres que aún llevan el terrible dogal del sometimiento a los varones. Lo dicho por esa niña es extraordinario y más en África. Enhorabuena.

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