"Gracias por sus cinco euros, es más de lo que me dió Gallardón, que sólo soltó un euro, pero no la voy a votar porque soy opuesto total a usted. ¿No conoce ese dicho castizo que dice 'Eres más mala que la Esperanza Aguirre?'" Le dijo ese poeta callejero ayer a la presidenta de la Comunidad cuando esta se acercó a darle una limosna en Gran Vía y ante la sugerencia de uno de sus acólitos que le invitaba a cordarse de los "5 euros" el día que tenga que votar. Pero Curro, que es como le llaman al poeta de nombre Enrique aclaró que tenía muy claro el asunto. Después de eso ya ni se acercó a otros mendigos, como un negro sin piernas en la acera de enfrente ante el que pasaron ella y Güemes haciéndose los locos. Cosas del populismo, que a veces sale el tiro por la culata, por ese clientelismo impúdico de esos politicastros que al decir del suegro Fabra del consejero Güemes (acompañante en ese momento de Aguirre) significan un voto cautivo por los favores debidos y que no es otra cosa que corrupción pura y dura. Tiene razón Víctor lapuente en El País de hoy cuando señala que las regalías y los puestos "de confianza" no electos ni independientes sirven para conseguir que mucha gente "deba el favor" y hasta el puesto de trabajo bien remunerado (como suelen ser los de "libre elección") para que hagan lo que sea por mantener al político de turno en el poder, aunque no sea muy legal a veces. Pero pretender comprar a un parado por 5 euros es simplemente ridículo. Mucho más que los trajes Milano de Camps regalados presuntamente por los de la trama Gürtel.