miércoles, septiembre 13, 2006

ISABEL MUÑOZ me reconcilia con la fotografía como Arte. Hace eso que nos gustaría hacer a muchos pero como sólo lo haría un clásico. Sus retratos, en los que a menudo no aparecen las caras, porque van de humanidad bailando, ofreciendo sus cuerpos siempre hermosos siempre sin miedo a su completa desnudez, aunque vayan vestidos se les ve el alma, y perfección. Da igual que sean niños de un circo chino, monjes shaolin, bailarinas del vientre o flamencos, toreros, tanguistas, etiopes con pinturas tradicionales, ballets como el de Ullate o los cubanos. Y, sobre todo, esa exposición dentro de la exposición que ha inaugurado en el Centro Cultural de la Villa de Madrid en los bajos de la Plaza de Colón, en la que centenares de niños-as nos miran a los ojos, hablan en un vídeo para contarnos su vida y nos desangran las entrañas al enterarnos que "vendedores de naranjas" quiere decir que han sido raptados o vendidos por sus padres para la prostitución, que tragados por las drogas y la esclavitud sexual se entregan a los hombres , muchos turistas extranjeros, porque no tienen otra alternativa en su vida miserable. Esta parte de la exposición es en color, al contrario que las grandes copias en platino o blanco y negro tradicional que nos dejan extasiados por su perfección y delicadeza. No se la pierdan, por favor. Y si no están en Madrid, pidan el libro a editorial Lunwerg. No la olvidarán.




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