



Lo que tienen las manifestaciones (como esta de los trabajadores de la EMT de autobuses) en sitios como el paseo del Prado es que proporcionan anécdotas curiosas: las estatuas de Mitoraj invadidas por niños y mayores, otras estatuas de fotógrafos trabajando o de turistas luciendo eso tan madrileño que es estar siempre poblado de manifestantes.
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