¡Qué bonito es un entierro...! decía aquella poesía romántica. Solo que no es un entierro, sino la habitual comitiva de visita de obras, inauguraciones y otros actos típicos encabezada por el alcalde y la oposición. todos de negro riguroso ¿a quién enterramos hoy? Lo cierto es que a todos esos actos va siempre una innumerabla cantidad de mirones y aplaudidores que no pintan nada allí, pero que las empresas que han participado en el negocio llevan para hacer bulto y "arropar" a los políticos que las contratan, así como otras personas invitadas por las consejerías o concejalías de turno con el mismo fin, hacer de "claque" e interponerse entre los periodistas, a quienes estorban continuamente, o los que van a protestar por algo y a quienes no dejan traspasar la línea de contacto con los políticos, y a quienes he oído comentar varias veces que "nos han dicho en la oficina que vengamos, así que en lugar de trabajar hoy hemos venido de paseo para este acto" y ya de paso, si hay canapé o regalitos para invitados participan del convite y luego vuelven a su oficina más relajados. Una absurda costumbre mediterránea que los anglosajones deploran y nos hacen cobrar fama de vagos y caraduras. Y además cobrando.Madrid: fotos de la vida diaria, política y social, por un profesional de la prensa que además expone sus opiniones descaradamente. QUEDA PROHIBIDO LLEVARSE FOTOS DE ESTE BLOG SIN PERMISO EXPRESO DEL AUTOR PARA USO NO PARTICULAR. Lo que quiero manifestar tras encontrar por ahí algunas utilizadas en otros lugares sin autorización y a veces con fines comerciales. Tampoco he puesto yo la publicidad que aparezca (soy anticonsumista) y no la quiero.
viernes, enero 15, 2010
¡Qué bonito es un entierro...! decía aquella poesía romántica. Solo que no es un entierro, sino la habitual comitiva de visita de obras, inauguraciones y otros actos típicos encabezada por el alcalde y la oposición. todos de negro riguroso ¿a quién enterramos hoy? Lo cierto es que a todos esos actos va siempre una innumerabla cantidad de mirones y aplaudidores que no pintan nada allí, pero que las empresas que han participado en el negocio llevan para hacer bulto y "arropar" a los políticos que las contratan, así como otras personas invitadas por las consejerías o concejalías de turno con el mismo fin, hacer de "claque" e interponerse entre los periodistas, a quienes estorban continuamente, o los que van a protestar por algo y a quienes no dejan traspasar la línea de contacto con los políticos, y a quienes he oído comentar varias veces que "nos han dicho en la oficina que vengamos, así que en lugar de trabajar hoy hemos venido de paseo para este acto" y ya de paso, si hay canapé o regalitos para invitados participan del convite y luego vuelven a su oficina más relajados. Una absurda costumbre mediterránea que los anglosajones deploran y nos hacen cobrar fama de vagos y caraduras. Y además cobrando.
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